Un laboratorio requiere de
limpieza, precisión y seguridad, ya que en su interior se realizan numerosas
actividades que así lo precisan. En los laboratorios se trabaja con muestras
muy susceptibles a cambios o deterioros si son sometidas a agentes externos, por
lo que es necesario extremar las precauciones y contar con la maquinaria
adecuada para que esto no suceda, como una
cabina
de flujo laminar.
Las cabinas de flujo laminar,
también conocidas como campanas o cámaras de flujo laminar, son unas
herramientas verticales u horizontales que mantienen el interior de su área de
trabajo libre de polvo o agentes externos contaminantes. Habitualmente están
fabricadas con acero inoxidable, pues es un material altamente resistente y que
prohíbe la entrada de polvo.
El dispositivo está compuesto por
un ventilador que expulsa aire a una velocidad regulada por un controlador
electrónico. Este aire pasa por un filtro HEPA (
High Efficiency Particulate Air) de alta eficiencia fabricado para
no dejar pasar partículas con un tamaño superior a los 0,3 cm. El mecanismo está
pensado para que el flujo del aire que se genera sea laminar y se dirija en una
presión concreta.
Gracias a este aire, los filtros
se purgan y se eliminan los posibles restos o partículas que hayan quedado
adheridas a las paredes de la cabina. Sin embargo, también es importante
realizar tareas de mantenimiento periódicas para garantizar su desinfección y
limpieza total.